La gran pandemia mundial no la ocasionará el ébola
Desde hace semanas hablamos del ébola, ¿pero qué le viene a la mente cuando escucha la palabra ‘virus’? Seguramente piensa en microbios, infecciones, enfermedades, cáncer, armas biológicas, computadoras. Está en lo correcto. Todas esas asociaciones son verdaderas. ¿Pero qué son los virus? ¿Es cierto que no son seres vivos? ¿En qué se diferencian de las bacterias? ¿Cómo causan enfermedades? ¿Cuántos tipos existen? ¿Cómo se los puede combatir? ¿Es cierto que los antibióticos no funcionan contra ellos?
Para empezar, es controversial decir que los virus viven o mueren. Sabiendo que las características fundamentales de una célula viva son: tener una estructura especializada para generar y administrar su propia energía (metabolismo); tener la capacidad de adaptarse a su medio ambiente para poder sobrevivir; y tener la capacidad de reproducirse; los virus no cumplen esos requisitos.
Solo tienen dos de esas tres características: se reproducen y se adaptan al medio ambiente para sobrevivir, pero carecen de una estructura celular para mantenerse por sí solos. Un virus inerte está “tan vivo” como un granito de arena o un trocito seco de moco. Los virus solo pueden mostrar actividad cuando se encuentran en una célula viva. Por eso, en vez de decir que un virus está vivo o muerto, sería mejor decir que está “activo” o “inactivo”.
Existen millones de virus en la naturaleza, de los cuales solo menos de tres mil han sido descritos y catalogados, y se desconoce su origen. Algunos dicen que fueron células primitivas que degeneraron porque les era más conveniente ser parásitos de ellas; otros sostienen que serían pedazos celulares rebeldes que se separaron y adquirieron la capacidad de moverse de célula a célula (elementos móviles); o que se formaron como tales desde el comienzo de la evolución y que incluso existieron antes de las células.
Un tema de células
Lo cierto es que un virus, amable lector, solo puede estar vivo o activo para cumplir sus funciones evolutivas y reproductivas, cuando al ingresar a una célula viva, toma por asalto las fábricas celulares y empieza a fabricar todos los elementos que necesita para reproducirse. Los virus ingresan a las células siguiendo diversos mecanismos: fundiendo su cápsula con la membrana celular, siendo tragadas por la célula o aprovechando ciertos puntos naturales llamados receptores en la superficie de las células.
Un virus es como un pirata que toma un barco, un terrorista que toma un avión, o como una junta militar que hace un golpe de Estado. El virus se apodera del aparato celular que él no tiene y lo usa con un solo propósito: reproducirse sin control para formar miles de millones de copias de sí mismo y poder así invadir otros seres vivos y continuar su existencia.
(Foto: AP)
En su estructura íntima, los virus solo tienen dos elementos: una cadena de las llamadas moléculas de la vida (genes con ARN o ADN) y una envoltura que las protege. En ese sentido, los virus son completamente diferentes de las bacterias, que tienen todas las estructuras necesarias para poder vivir independientemente.
El tamaño de un virus es 10 a 100 veces menor que el de una bacteria y solo puede ser visto con un microscopio electrónico. La clasificación de los virus es muy complicada y depende del mecanismo que activan para reproducirse, aceptándose que existen seis órdenes, 87 familias, 19 subfamilias, 349 géneros, 2.284 especies y miles más sin clasificación todavía.
Se considera que los virus tienen una increíble función en la naturaleza: sirven como los carteros de material genético entre especies animales. Por ejemplo, y este es un dato increíble, se considera que la mitad del contenido del genoma humano está compuesto por esos pedazos de material genético llamados “elementos móviles” introducidos allí por las múltiples interacciones de miles de años entre seres humanos y virus.
Es decir, al igual que las abejas transportan el polen de una planta a otra, a través de la transducción, los virus transportan material genético de una especie a otra, fenómeno conocido en genética como transmisión genética horizontal, para distinguirla de la transmisión genética vertical, que es la que transmite caracteres hereditarios de padres a hijos. Algunas teorías dicen que la hemofilia y la distrofia muscular serían dos trastornos genéticos producidos por producto de esa transmisión genética horizontal, en la que esos “elementos móviles” que circulaban en el genoma humano quedaron permanentemente anclados en los genes. Algunos virus, como el del papiloma humano (HPV), pueden insertarse en el genoma de la célula humana y causar cáncer.
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Los virus pueden atacar a plantas, animales y a las propias bacterias, en ese sentido, los virus que atacan a las plantas no atacan a los animales y viceversa. Del mismo modo, los virus que atacan a las bacterias no atacan ni a las plantas ni a los animales.
Sabiendo que los virus solo pueden estar activos cuando están en un ser vivo, las infecciones virales solo pueden ser transmitidas a través de un contagio entre seres vivos. Ocasionalmente, un virus puede permanecer por corto tiempo en el medio ambiente, con sus estructuras lo suficientemente intactas como para que una persona pueda infectarse. El permanecer en el medio ambiente por cortas horas degrada las estructuras virales y las vuelven “no infectivas”.
De diversos tipos
A través de los millones de años de existencia, los virus han logrado desarrollar diversos modos de infectar a los animales, incluidos los seres humanos. Algunos, llamados virus respiratorios como el del sarampión, la gripe y el resfrío, se transmiten a través del aire con la tos y los estornudos. Otros, como el del dengue y la fiebre amarilla, se transmiten usando mosquitos. Otros, como el de la hepatitis A, los norovirus, el virus de la polio y otros enterovirus, se transmiten cuando el agua y la comida se contaminan con esos virus. Otros, como el virus VIH, el de la hepatitis B y C y el virus del papiloma humano (VPH), se transmiten a través de las relaciones sexuales. Y otros, como el del ébola, de la varicela, del herpes labial y genital, se transmiten por el contacto directo con las secreciones infectadas de un enfermo.
El nivel de infectividad de un virus se mide con el llamado Ro o índice de reproducción basal. El Ro se define como el número de contagios que se producen a partir del primer caso. El Ro más alto es del sarampión, con 18. Sigue paperas con 10, poliomielitis 7, SARS 4, HIV 4, gripe 2, hepatitis C 2 y ébola 2.
En términos de tratamiento, tenemos una sobria realidad: a diferencia de las bacterias, no existe tratamiento específico contra ningún virus. Los virus no responden a los antibióticos porque los antibióticos afectan al aparato metabólico de las bacterias, que, como dijimos, los virus no tienen.
De tal modo que cuando un ser humano adquiere una enfermedad viral solo hay dos alternativas: o su sistema de defensa lo vence y se recupera, o muere como consecuencia de la enfermedad.
Al respecto, es muy importante saber que el sistema de defensa es muy activo en reconocer a los virus y desarrollar una fuerte reacción contra ellos. Esa es la base de la lucha contra muchas enfermedades virales: las vacunas. Felizmente, la ciencia ha desarrollado vacunas contra muchas enfermedades virales y es obligación del sistema de salud de una nación asegurarse de que su población se vacune.
Y si usted se pregunta por qué se dio el nombre de virus a “esas cosas” que infectan las computadoras es porque esos “trozos de información cibernética” actúan igual que los virus biológicos: ingresan al sistema operativo de la computadora, se insertan en los programas a los cuales van dirigidos y realizan acciones maliciosas, como por ejemplo enviar correos con los códigos necesarios para “infectar” las computadoras de todos los contactos en su lista de direcciones.
Por último, los virus han tenido influencia en la historia de la humanidad, desde la viruela, las paperas o el sarampión traídos por los conquistadores europeos a América y que diezmaron a las poblaciones indígenas, hasta plagas como la gripe española de 1918 y la del sida en el último tercio del siglo XX.
Por último, se piensa que la gran pandemia mundial será causada por un virus, pero, de acuerdo con los expertos, esta no será felizmente por el ébola.