Reseña de Holy Grail - Times of Pride and Peril - Prosthetic Records - 2016
Desde que escuché su debut por pura curiosidad y afán de investigación-cazadora de bandas nuevas hace unos 5 o 6 años quedé convencido de que Holy Grail debía contarse entre los nuevos grandes del heavy metal mundial y, debido a la juventud de sus integrantes, creí verlos destinados a ser una de las bandas punteras del metal del futuro. Si bien es cierto, su Crisis in Utopia (2010) fue extraordinario, no quedé igual de impresionado con su Ride the Void (2013) que pese a los varios intentos que realicé nunca logró engancharme.
Ahora, luego de tres años más, la banda acomete un nuevo esfuerzo con Times of Pride and Peril (sigue con el sello Prosthetic Records) y con este trabajo creo que han vuelto a dar con la fórmula ganadora. Ya que es un conjunto de temas, más allá de algún detalle o debilidad, que expresa evolución, talento y agresividad como esperamos de una banda del calibre de Holy Grail.
Para los que no hayan escuchado a este grupo por vivir hechizados con las mismas 6 bandas de siempre, harían bien en darle una oportunidad, en realidad se la estarían dando a ustedes mismos. Holy Grail practica heavy metal de estilo clásico, con profundas raíces en Judas Priest, Iron Maiden, Queensrÿche, Accept, Saxon, Oz y todo el abanico de influencias clásicas que cabe esperar. Pero no es de ninguna manera una banda de retroheavy, sino que su propuesta es tal que hubiera resultado imposible en 1980, ya que se ve que estos muchachos amantes de todo lo que es verdadero en el metal, también se sienten identificados con el thrash y el death (clásico y actual) y algún toque más moderno (pero no demasiado). De allí que su propuesta recurra a estrategias que no son típicas del heavy sino más frecuentes en otros estilos más rudos. Es decir, es heavy metal post clásico del siglo XXI, pero del bueno y auténtico.
En este trabajo en concreto han reaparecido los constantes cambios dentro de un mismo tema y los riffs empleados son realmente contagiosos. Estos cambios son los que se mueven del heavy al thrash, del thrash al hard rock, del hard rock al death, del death al speed metal, y de allí de nuevo al heavy. Y hacen esto sin que los temas se vuelvan una mezcla variopinta y desorganizada de sones sino que logran crear verdaderas unidades musicales. Al igual que en el primer disco, han conseguido crear grandes temas que se quedan en la memoria, que enganchan y que cuando ya los has oído varias veces te hacen esperar con ganas los cambios de ritmo que se avecinan para disfrutarlos con pasión, al igual que los varios punteos de guitarra.
La voz de James-Paul Luna (exWhite Wizzard) se luce con la misma fuerza desgarradora clásica. La guitarra de Eli Santana también nos proporciona una buena cantidad de solos y riffs de primer nivel. A su trabajo se ha unido Alex Lee, quien antes militara en los retrothrashers Bonded by Blood, y que quizás explique la mayor presencia de sonidos thrashers en este trabajo con respecto de los anteriores discos. La sección rítmica está a cargo de los de siempre Blake Mount al bajo y Tyler Meahl en la percusión, quienes son los que dotan de poder y contundencia a los cambios en los temas, que como repito está entre lo mejor del trabajo. Por recomendar un par de cortes, Descent into the Maelstrom y Black Lotus se quedarán en la mente de los headbangers por bastante tiempo.
Como detalles un tanto negativos (desde cierta perspectiva, claro) es que en algunos momentos se siente una influencia del actual metalcore, al estilo de Lamb of God, sonido que desde esta página hemos cuestionado. Sin embargo no hace mayor mella, ya que se nota en solo dos temas.
En resumen un notable trabajo que acreciente la calidad y buen nombre de esta aún joven agrupación que (esperamos por acá) seguirá dando mucho de qué hablar en el metal del siglo XXI.