La 'U' necesita freno para pensar
Es la hora de las maldiciones. De los señalamientos. De los amargos ‘te lo dije’. Ibáñez, Ampuero, Alloco, Chemo, Miguel Torres. La lista de culpables es larga y se estira o acorta como un chicle en función a los hígados estrujados, a la rabia desparramada.
El Clausura se terminó para la ‘U’ con el Clásico, pero el cartelito de The End lo estampó el 1-1 infame con Inti Gas. Un 4-0 a favor no habría causado asombro, un 2-0 habría sido demasiado premio para la flojísima defensa ayacuchana que, en la comparación, hacían ver a Maelo y Alloco como Baresi y Costacurta (o, si quieren, Reynoso y Asteggiano). Pero Alemanno, Ampuero y los Torres hicieron de su pésima puntería un drama, que llegó a su clímax con el horror de Carvallo en la salida y el puntillazo visitante cuando expiraba el encuentro.
A esta ‘U’ vertical, intensa, que nunca mira hacia atrás, le faltó -y le falta- freno. Ya lo dijo Manuel Barreto en DT tras el Clásico y la historia se repitió este domingo. Freno. No para aletargar el juego, para atortugarlo, sino para pensar antes de decidir. No sirve de nada tomar la pelota y lanzarse a la carrera sin medida, como carritos chocones o un tren sin conductor. A la crema le falta pensar para decidir, para aguantar la presión de la tabla y la que baja de la tribuna. Necesita pensar y no solo en la cancha o en el banco, sino en la dirigencia. Debe empezar a pensar, y en serio, la campaña del 2015.
Los horrores en la definición, las lesiones repetitivas, esas que nunca se curan, no son maldiciones del destino. Son los resultados de una planificación mal hecha, de una pretemporada desastrosa dirigida por un técnico desganado con un pie en Campo Mar y el otro en el avión. Claro, en estos momentos olvidamos el fracaso en la Libertadores, la vergüenza del Torneo del Inca, los desbalances de la administración anterior y cómo, a pesar de todos estos problemas, se alcanzó a pelear el Apertura hasta la fecha final.
Pero el equipo no daba para más. Y sin su cerebro principal -Flores- ni su ladero -Gonzales-, el éxito era una quimera. Y si además se comete el error de entregarle el plantel a un principiante -Ibáñez-, el futuro asomaba mucho peor.
Error de Chemo, error de Bravo de Rueda. ¿Acaso eligieron a Ibáñez como una forma de continuidad enlazada con los apremios económicos? Quizá. La decisión, a la luz de los resultados, fue pésima. Si para el 2015, como se dice, se incorpora a Gustavo Grondona, otro histórico como Óscar, pero tan novato como él, la apuesta sería tan o más arriesgada. Y tal como viene la temporada, difícilmente el equipo la podrá sostener.
La crema necesita experiencia en la conducción. Un líder consumado, que sin dejar de lado a la juventud, apueste por un plantel equilibrado que practique un fútbol moderno. ¿Quién? Pregunta difícil de contestar, aunque si se la hicieran a cualquier hincha, un nombre asomaría de inmediato: Juan Reynoso.
Con un presupuesto más ajustado y sin sueldos estratosféricos -Ruidíaz-, va a ser difícil acomodarse a lo que se viene para la dirigencia, los jugadores que queden y los hinchas que olvidan rápido, pero siempre exigen.
A la ‘U’ no le queda otra. Las malas decisiones siempre terminan pagándose. Y, por lo general, con los verdaderos culpables viendo sus desastres, muy orondos, desde una vereda lejana.
Espero sus comentarios, un abrazo para todos.